El Milagro de lo cotidiano

Hay momentos que parecen no decir nada: una charla sobre lo que se va a cenar, un silencio compartido mientras se oculta el.sol, una risa por algo simple. Momentos tan simples que uno no los nota. Pero con el tiempo uno se da cuenta que ahí, en lo cotidiano, en lo aparentemente banal, se escondía lo sagrado.

El libro de "El Lago" de Banana Yoshimoto me hizo pensar en eso: en cómo dos personas pueden estar sentadas una al lado de la otra, sin hablar, y sin embargo estar diciéndose todo. Como si el silencio fuera también una forma de lenguaje. Una conversación sin palabras, pero llena de presencia.

Las relaciones no se construyen con gestos grandiosos, sino con esas pequeñas células emocionales que son las conversaciones diarias, con los silencios y momentos compartidos, con los detalles que no parecen importantes... hasta que dejan de suceder.

Porque un día ya no estarán.

Un día dejaremos de escuchar esa voz que nos era familiar. Ese café en la mesa de siempre ya no será compartido. Ese mensaje de texto no lo recibiremos más. Ese silencio cómodo ya no tendrá eco.

Y entonces, miraremos hacia atrás y comprenderemos, quizá con cierto arrepentimiento. Arrepentimiento que aquello que parecía mundano era, en realidad, un milagro ocurriendo justo frente a nuestros ojos.